Reflexión Personal: Ecos de Mil Noches
Para algunos, una noche más; para otros, una menos. Todo depende del cuerpo que la vive. Hoy estoy escribiendo este texto siendo las 11:28 p.m. aproximadamente; les digo la hora para que tengan una idea de lo tarde, lo sombrío y lo solitario que está mi entorno, reflejado en el estado de mi alma. La luna me regala un poco de la luz que el sol le obsequia y me ofrece el escenario perfecto para expresar lo que el alma no se atreve a gritar. La noche, como siempre misteriosa, comienza cuando el sol se esconde para dar vida a otros seres que suplican por salir de una oscuridad que atormenta a los que se atreven a mirarla de frente. No sabemos si, al despedirnos del sol en una tarde, tengamos la oportunidad de verlo de nuevo, apareciendo tan imponente y ofreciendo la posibilidad de un nuevo día, de un nuevo comienzo para muchos que ya lo han perdido todo. Una noche que, para muchos, da la oportunidad de sentirnos, de ver nuestra alma y de pasar a otras dimensiones por medio de sueños, para vivir los mejores o peores momentos de la vida. Ya son mil noches tristes, y no descarto la mil y una si sigo mirándola con estos ojos que suplican por ellas. Te amo por ser parte de mi vida, desde antes, desde hoy y hasta el día de mi muerte, y el renacer de mis palabras en las noches tristes, para dar por terminadas las noches con la luz que un día el sol y la luna me obsequiaron.